La sensación de ardor detrás del esternón, la pesadez en el estómago o el regurgito en la boca pueden indicar la presencia de una condición llamada Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico (o ERGE). Este trastorno no es en absoluto raro y afecta aproximadamente al 15% de la población en los países industrializados.
Durante mucho tiempo se ha considerado que la obesidad estaba simplemente relacionada con los excesos alimentarios, como el consumo excesivo de comida chatarra. Sin embargo, se ha demostrado que una condición inflamatoria de bajo grado, junto con una alimentación desequilibrada, juega un papel fundamental en el desarrollo de esta enfermedad.
La glucosa en ayunas y la hemoglobina glicosilada son los parámetros comúnmente utilizados para diagnosticar la presencia de diabetes. Sin embargo, los valores normales de estos indicadores históricos no nos permiten detectar a tiempo los daños causados por los azúcares, que siempre preceden, de manera evidente, el desarrollo posterior de diabetes.
Evaluar si se tiene una predisposición genética a la diabetes tipo 2 permite implementar estrategias alimentarias y suplementarias con un enfoque preventivo.
Dos marcadores específicos, la albúmina glicosilada y el metilglioxal, permiten evaluar con precisión la condición inflamatoria personal relacionada con los azúcares.
Prevenir la diabetes, identificando predisposiciones genéticas y factores relacionados con el estilo de vida, puede agregar significativamente años de vida sana. Un enfoque basado en la medicina personalizada es fundamental para mejorar la calidad de vida y el bienestar, permitiendo indulgencias ocasionales sin sacrificar la salud.
La inflamación es un proceso fisiológico en sí mismo positivo, necesario para defender al organismo. Múltiples factores, como los desequilibrios alimentarios o las infecciones virales crónicas, pueden generar una condición inflamatoria crónica y persistente que está en la base de diversas patologías.