La dieta de rotación: cómo funciona

La dieta de rotación, base de la metodología GEK Lab, es un tipo de dieta que alterna las diferentes clases de alimentos a lo largo de la semana, según principios rigurosamente científicos.

Su peculiaridad, en comparación con otras dietas, es que no excluye ningún alimento específico de las comidas.

Desde el punto de vista de la experiencia clínica, la dieta de rotación actúa no solo en la pérdida de peso (especialmente cuando las alteraciones del metabolismo dependen de la inflamación causada por los alimentos), sino también en muchos problemas de salud relacionados con estados inflamatorios: desde migrañas recurrentes hasta fatiga crónica, síndrome del intestino irritable, cistitis recurrentes, e incluso una larga serie de condiciones y patologías autoinmunes, como es el caso de algunas disfunciones de la tiroides.

El principal objetivo de la rotación es combatir el estado inflamatorio causado por la repetición y la monotonía alimentaria. Este estado inflamatorio puede comprometer la capacidad de perder peso y favorecer la acumulación de grasa, por lo que la Dieta de Rotación también puede resultar eficaz para adelgazar.

La peculiaridad de la dieta de rotación es que no tiene como única función la pérdida de peso, aunque puede ser muy eficaz para este fin, sino que actúa de manera amplia sobre todas las condiciones que comparten una componente inflamatoria.

Para establecer una dieta de rotación, GEK Lab recomienda realizar un Test Recaller

¿Qué es la inflamación causada por los alimentos?

Diversos estudios han confirmado que el consumo excesivo o repetido de ciertos alimentos provoca un aumento en el organismo de citoquinas inflamatorias (típicamente BAFF y PAF) que amplifican o desencadenan la inflamación.

Esto ocurre debido al contacto repetido, a nivel intestinal, de algunas proteínas de los alimentos con el sistema inmunitario, que acaba produciendo una cantidad superior de inmunoglobulinas específicas. Estas, a su vez, provocan el aumento de las moléculas inflamatorias BAFF y PAF.

¿Para qué sirve y por qué funciona la dieta de rotación?

La dieta de rotación no tiene como única función la pérdida de peso (aunque puede resultar muy eficaz también para este fin), sino que actúa de manera amplia sobre todas las condiciones que comparten una componente inflamatoria.

La dieta de rotación es útil, por lo tanto, no solo para quienes desean perder peso, sino también para todas las personas que sufren de trastornos relacionados con la inflamación y que quizás no son del todo conscientes de ello.

Al regular la inflamación mediante la dieta, se reducen los niveles de BAFF, se mejora la sensibilidad a la insulina y, por lo tanto, la ingesta de alimentos estará más orientada a proporcionar energía a los músculos en lugar de acumular grasa.

Pero el BAFF también está involucrado en procesos inflamatorios que afectan los fluidos articulares, por lo que una reducción en sus niveles también conducirá a una mejora en la artritis y los dolores reumáticos.

De manera similar, la disminución de los niveles de PAF mejora síntomas que normalmente se atribuyen a la esfera alérgica, como rinitis y urticarias.

Más allá de estos ejemplos, una dieta de rotación, además de ayudar a equilibrar el peso corporal, proporciona energía y bienestar.

Dieta de rotación y “Plato para Comer Saludable”

Si, al mantener las calorías constantes, se sigue una dieta disociada, se pueden presentar una serie de desequilibrios incómodos.

En el caso de una comida desequilibrada en carbohidratos, se desencadenará un pico de insulina: los carbohidratos serán secuestrados en el torrente sanguíneo y almacenados como grasa, y la sensación de saciedad será seguida pronto por el deseo de comer un tentempié. Si se consumen predominantemente comidas hiperproteicas (como en la dieta paleo), el exceso de proteínas no inmediatamente útil será convertido en grasa a través de la gluconeogénesis: la posterior reintroducción de carbohidratos resultará en un peligroso efecto rebote, que hará que se recupere rápidamente masa grasa. Al igual que un exceso de azúcares, un exceso de fibras también puede llevar a una alteración de la microbiota intestinal, causando hinchazón y otros trastornos.

La solución es seguir el principio del “Plato para Comer Saludable” de la Harvard Medical School, que recomienda la inclusión de proteínas, carbohidratos y vegetales en cada comida, incluyendo el desayuno.

El plato equilibrado proporciona todo lo que el organismo necesita: carbohidratos, proteínas, fibras y micronutrientes (como vitaminas y minerales). Controla la secreción de insulina, prolongando la sensación de saciedad y evitando la necesidad de bocadillos y meriendas para romper el ayuno, manteniendo altos niveles de bienestar y energía.

¿Qué son los Grandes Grupos Alimentarios?

Los estudios epidemiológicos han demostrado que el síndrome del intestino irritable en China está relacionado con el arroz, la soja y el maíz, mientras que en los países occidentales se asocia con el trigo, la leche y las levaduras.

Estas diferencias, claramente vinculadas a los hábitos alimentarios, muestran, junto con otras evidencias, que en sí mismo ningún alimento es enemigo; es la repetitividad o el consumo excesivo de ciertos alimentos lo que causa problemas.

Esto ocurre porque el sistema inmunitario reconoce las clases de alimentos de manera similar.

En otras palabras, cuando el consumo excesivo de un solo alimento causa inflamación, esta también se verá promovida por todos los demás alimentos del mismo grupo.

Basado en estas similitudes, los alimentos se clasifican en cinco grandes grupos.

  • Trigo y gluten: Incluyen pan, pasta y todos los productos de repostería que contienen harina de trigo. También se incluyen los productos sin gluten que pueden contener otras proteínas del trigo, como la salsa de soja y el kamut.
  • Níquel: este grupo incluye tomates, espinacas, avena, hongos, cacao y alimentos enlatados, como atún en conserva, sardinas en conserva, etc.
  • Levaduras: comprende vinagre, alcohol, hongos, quesos, productos de panadería, ácido cítrico industrial (E330), salsa de soja, yogurt, mayonesa industrial y miel.
  • Leche: incluye leche y productos derivados (yogur y quesos), así como carne de res y derivados, como la bresaola (la intolerancia a la lactosa, que es un azúcar, es enzimática y no está relacionada con la inflamación asociada al grupo de la leche).
  • Aceites cocidos: todos los alimentos que contienen grasas vegetales cocidas, como galletas, tostadas, crackers, piadinas, frutas secas tostadas, sofritos y frituras.

Algunos alimentos, finalmente, no pertenecen a ningún grupo alimentario y se identifican de manera individual: por ejemplo, huevos, cerdo, soja y patatas.

¿Cómo funciona la dieta de rotación desde el punto de vista práctico?

Pero, ¿cómo se identifica el estado inflamatorio derivado de los grupos alimentarios?

El Recaller Test hace precisamente esto: ayuda a entender si se está consumiendo un exceso de alimentos específicos al medir la inflamación del organismo, evaluando tanto la cantidad de IGG específicas para los alimentos como los valores inflamatorios, a través de los niveles de BAFF y PAF.

También evalúa la posible presencia de mutaciones en el gen TNFSF13B, relacionadas con el desarrollo de enfermedades autoinmunes debido a la inflamación causada por los alimentos.

Los médicos y especialistas de GEK Lab, expertos en medicina de precisión, sugerirán un plan personalizado de tipo nutricional y complementario basado en los resultados del test.

El punto clave de la dieta de rotación es que, para recuperar la relación fisiológica con los alimentos, reduciendo la inflamación y logrando pérdida de peso y bienestar, es necesario mantener un contacto con todos los grupos alimentarios, sin eliminar ninguno.

Por esta razón, hay días de estricta abstinencia y otros en los que se permiten incluso los grupos que causan inflamación (generalmente miércoles, sábado por la noche y domingo).

Es importante destacar que no es el día exacto de la semana lo que importa, sino la correcta alternancia entre días de abstinencia y reintroducción. Este período de al menos 36 horas permite el llamado reinicio inmunitario.

Los alimentos de reintroducción deben ser inicialmente no menos de 7 de los 21 totales semanales. El objetivo es, gradualmente, en función de la percepción de bienestar, aumentar los alimentos libres, hasta mantener solo dos días a la semana de abstinencia, recuperando la relación amigable con la comida.

Gracias a la adopción de una dieta de rotación será posible apoyar el equilibrio del peso corporal y recuperar el bienestar y la energía. Siguiendo una alimentación sana y consciente, respetando la individualidad, mejorarán o desaparecerán los síntomas relacionados con la inflamación, y se prevendrán futuros problemas de salud.

Cuidado de la Redacción Científica GEK Lab

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