La obesidad es una de las enfermedades metabólicas que más afecta a los países industrializados, incluida Italia.
Basta pensar que el 20,4% de los niños en Italia tiene sobrepeso y el 9,4% es obeso (datos del Instituto Superior de Sanidad, Estilos de vida y obesidad infantil, estudio OKkio a la salud 2019), lo que sitúa a Italia entre los primeros lugares en Europa.
El ADN humano contiene toda la información que caracteriza a cada individuo. En particular, esta información se encuentra dentro de los genes.
Evaluar si existe una predisposición genética para las patologías, incluida la obesidad, permite implementar estrategias alimentarias y de suplementación, incluso de manera preventiva.
De hecho, la presencia de una variante genética específica (SNP) en el gen FTO está relacionada con el desarrollo de la obesidad.
La presencia de una variante genética específica (SNP) en el gen FTO está relacionada con el desarrollo de la obesidad.
Ella señala que se tiene un riesgo 1,4 veces mayor de desarrollar obesidad en comparación con la población sin esa predisposición. No señala el desarrollo seguro de la enfermedad, pero ayuda a comprender si existe un factor estructural, genético, que facilite el aumento de peso.
Un estudio publicado en el BMJ en 2018 mostró que las personas con predisposición genética al desarrollo de la obesidad son también las que más se benefician de una intervención dietética personalizada.
Por lo tanto, la predisposición genética puede ser tanto una condición desfavorable como una ventaja, dependiendo de cómo se gestionen los hábitos, incluyendo los alimentarios.
El test PerMè, el Glyco Test y los tests de Screening permiten analizar la predisposición genética al desarrollo de obesidad.
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